viernes, 16 de agosto de 2013

Edades...

Aunque los días se van sucediendo sin cambios aparentes, todo está en un continuo movimiento. Por ejemplo, mi hijo ha vuelto más alto tras pasar quince días con su padre. Los que se fueron de vacaciones, regresan; y los que están por irse, ansian que llegue el momento. Las fiestas de Pinto han llegado a su fin. Anochece más pronto.

Un año más he organizado, en su ausencia, los juguetes de mi hijo. A través de ellos, puedes comprobar su crecimiento y su cambio. Para el cual no puedes prepararte, sólo ir afrontándolo día a día. El miércoles por la noche, mientras esperaba con Puri en la cola del baño del recinto ferial, llegó una chica de unos 16 años con una borrachera al borde del coma etílico. Avisamos a la policia que, finalmente, la llevó en un coche a su casa. No sin antes saber, por su "amigo" que acaba de llegar a las fiestas, que tan sólo tenía 13 años. No sé que me preocupa más, si su edad o que esos padres estuvieran en casa, en la cama, mientras permitían a su hija estar en la feria sin ningún control. Siempre he pensado que "para todo hay una edad".

Besos a tod@s.


miércoles, 7 de agosto de 2013

Divagar...

Soy consciente que, en momentos, tengo opiniones muy duras sobre él. Y digo duras porque, aunque ciertas, le harían daño escucharlas.

Y, en realidad, ¿quién soy yo para decirle nada? Cada uno de nosotros somos responsables de la manera en que vivimos. Y como, esa forma de vida, afecta a los nuestros. Desarrollamos mecanismos de defensa que, sólo, nos protege de que los demás vean nuestra realidad. Esa realidad que asumimos en silencio y que nos devora cada día.

Viví de espaldas a la mía propia. Y siento que, a veces, él no está preparado para entender que abandoné esa forma de vida. Que llamo a las cosas por su nombre, y no me asusta mirar de frente. De esa forma, los golpes, aunque duros, los ves llegar.

Pero las personas, en un intento por protegerse, sienten que, viviendo la realidad de los demás, la suya desaparecerá.

¿Divago? Lo dejo a vuestra elección.

Besos a tod@s.

Tornillos de estrella....

Creo que si Eva Hache hubiera estado conmigo, ayer por la tarde, desmontado el mueble habría hecho un monólogo de mi aventura.

Os pondré en situación. Mi ex marido hizo un mueble para el ordenador que pusimos en nuestra habitación. En el último año y medio, conforme me he ido encontrando mejor, he transformado mi casa a mi gusto. En nuestros años de matrimonio, él decidía sobre todo lo que se hacía en la casa, y mi opinión no tenía valor alguno. ¡Ah! y digo "mi casa" porque con creces ya es mía.

Al asunto... Ese mueble era como el último reducto que quedaba de mi ex marido en casa. Llevaba meses con la idea de guardar el ordenador de torre que ya no utilizo y me ocupa sitio, y al mueble quitarle unas baldas para llevarlo al cuarto de baño, y usarlo como zapatero. Comencé a desenchufar cables, y aquello no tenía fin. No creo que una central nuclear tenga tantos cables por metro cuadrado. Las pelusas comenzaron a saludarme y hacerme "la ola". Y no porque no limpie en mi casa; pero ¿quien no tiene un maraña de cables que jamás toca ni limpia por miedo a desenchufar  y no ser capaz de volver a conectar?. Pues ahí estaba yo, como en una misión imposible quitando y limpiando cable por cable. Creo que fueron unos doce en total. En mi cama de 1,50 no quedaba un centímetro sin ocupar por aparatos informáticos, cables, regletas,...

Me dispuse a quitar las baldas y la regleta de seis enchufes, perfectamente sujeta al mueble por tornillos. Y ¡cómo no, eran de estrella!, y yo con un destornillador plano más pequeño. Mi orgullo y amor propio estaban en juego. Puri ya me había dicho que me esperase al día siguiente para que Rafa me los quitase. Pero necesitaba hacerlo por mi misma. De rodillas; con medio cuerpo metido en el mueble, sin espacio para respirar y mover el destornillador, las gotas de sudor recorrían todo mi cuerpo. Los brazos me dolían, porque necesitaba aplicar una fuerza extrema para que el destornillador no saliese disparado en cada vuelta que daba. Pero después de unos veinte minutos todos los tornillos estaban fuera. ¡Lo había conseguido! Experimenté una satisfacción, mezclada con una gran dosis de liberación, que invadió todo mi ser. Al tiempo sentí que, mi ex marido, era expulsado de mi casa por completo. Y lo más importante, había sido capaz de hacerlo por mi misma.

El mueble no he podido acoplarlo en el cuarto de baño porque es muy ancho. Pero el uso que ahora haga de él lo decidiré yo.

Besos a tod@s.

martes, 6 de agosto de 2013

Leona...

Llevo desde ayer lunes, a las once de la mañana, intentando hablar con mi hijo, y no tengo manera. Mi ex marido se ha negado siempre a decirme donde vive, o facilitarme otro número de teléfono donde yo pueda localizar a mi hijo.

Le he enviado dos mensajes de texto al móvil pidiéndole, por favor, que me llame mi hijo que quiero hablar con él. Si hoy, por la tarde, no tengo noticias de mi hijo me voy al cuartel de la Guardia Civil. Intento no ponerme en lo peor, pero el miedo es libre, y más cuando se trata de mi hijo. Ésta vez no lo voy a dejar pasar. Llevo demasiado callado a mis espaldas. No discuto con él para que no repercuta en nuestro hijo. No le reclamo nada del dinero. Y él sigue comportándose como un....

Y aquí estoy en el Shambala, intentando calmarme y ser coherente. Escuchando la banda sonora de El Fantasma de la Ópera. Es cierto que la música amanse a las fieras, o por lo menos es mi caso. Por que me siento como una leona a la que están tocando a su cría.

Besos a tod@s.

lunes, 5 de agosto de 2013

Limites...

He descubierto como, con el paso de los años, nos marcamos límites en nuestra vida. Bien impulsados por nosotros mismos o por los demás.

Límites insospechados y numerosos, que cumplen su función protectora. Sentimientos, relaciones, sueños, proyectos, ... Podrían estar relacionados con el miedo que nos provoca la posibilidad de fracasar y no conseguir nuestros objetivos. O con el dolor que sentimos cuando perdemos a un ser querido.

Luego están la clase de límites que te impone la sociedad. Marcados a base de reglas, miedos, tópicos,... Y yo me pregunto ¿a quién beneficia estos límites? Yo creo que a esa mayoría que no quiere que nos sintamos libres. Ayer un amigo me preguntaba "¿qué he hecho yo para que todo el mundo me odie de ésta forma? No me meto con nadie, no vivo pendiente de nadie,..." Mi respuesta fue muy clara, - "vives TU VIDA, y eso lo envidia la gran mayoría de las personas. Vives conforme a lo que crees y sin temor. Así que, el resto, en vez de mirarse al espejo y reconocer que llevan vidas patéticas, se meten en la tuya."

Es un duro esfuerzo vivir conforme a tus propias reglas y convicciones. Saltándote los límites y sintiéndote libre. Porque, también es cierto, que si actuamos de esa forma no podemos culpar a nadie de nuestro errores y fracasos. Afrontar nuestras decisiones, es ser responsable de uno mismo y eso asusta.

Con más calma hablaré de los límites en el sexo.

Besos a tod@s.

jueves, 1 de agosto de 2013

Avispas y endocrinos...

Éste verano las avispas están haciendo su Agosto en el parque Fúster. Nunca había visto a mi hijo llorar así. Le picó en el dedo meñique de la mano. Gritaba desconsolado "Dios, ¿porqué a mí? ¿porqué me ha tenido que picar a mí, y no a otro?" Observé como las personas que había en el parque se asomaban a ver que le pasaba, y ante la posibilidad, debido a sus lamentos, de que pensarán que le estaba pegando, anuncié a los cuatro vientos "es que le ha picado una avispa". En las otras dos ocasiones que le ha picado una avispa, nunca había tenido una reacción tan fuerte; así que nos tocó visita a urgencias. Su dedo parecía una morcilla; y cuando ya no podía inflamarse más por falta de espacio, su mano comenzó a hincharse... El martes fue Andrea quién sufrió la picadura de otra avispa... Lucía, de momento, se salva.

Quién me picó a mi la moral, el pasado martes, fue la endocrina de mi hijo. Le tocaba la revisión del colesterol. A la consulta pasamos mi ex marido y yo. Por desgracia no le ha dado el alta porque le ha subido de 204 a 217. No me molesta que diese por hecho que fuéramos marido y mujer. Me jodió, y perdón por la expresión, que sólo se dirigiese a mí como responsable de la preparación de la comida. ¿Qué pasa que los padres no cocinan? En todo momento era "bueno mamá ¿cómo guisas las lentejas?", "bueno mamá ¿cómo preparas el cocido?"... Me mordí la lengua porque estaba mi hijo presente; pero me faltó nada para decirla "¿qué pasa que los papás no cocinan?, no debería dar por hecho que cualquier hombre y mujer que pasen a su consulta están casados, y dicho esto ¿porqué no le pregunta al "papá" como guisa las lentejas, o como hace el cocido su novia?"

Mi hijo, cada día, es más consciente de su situación. Sus preguntas, cada día, requieren de una respuesta más concreta. Y mis dudas sobre que explicarle son, cada día, mayores. No se trata de decirle a tu hijo "dejé de amar a tu padre porque sí". Cómo y cuando le cuentas el problema que "tenía" (y digo tenía, porque dudo que eso haya desaparecido así sin más) con la cocaína... Por primera vez, me estoy planteando ir a un psicólogo para que me oriente en ésta nueva etapa que se presenta.

Una vez más, estoy sola.

Besos a tod@s.