miércoles, 7 de agosto de 2013

Tornillos de estrella....

Creo que si Eva Hache hubiera estado conmigo, ayer por la tarde, desmontado el mueble habría hecho un monólogo de mi aventura.

Os pondré en situación. Mi ex marido hizo un mueble para el ordenador que pusimos en nuestra habitación. En el último año y medio, conforme me he ido encontrando mejor, he transformado mi casa a mi gusto. En nuestros años de matrimonio, él decidía sobre todo lo que se hacía en la casa, y mi opinión no tenía valor alguno. ¡Ah! y digo "mi casa" porque con creces ya es mía.

Al asunto... Ese mueble era como el último reducto que quedaba de mi ex marido en casa. Llevaba meses con la idea de guardar el ordenador de torre que ya no utilizo y me ocupa sitio, y al mueble quitarle unas baldas para llevarlo al cuarto de baño, y usarlo como zapatero. Comencé a desenchufar cables, y aquello no tenía fin. No creo que una central nuclear tenga tantos cables por metro cuadrado. Las pelusas comenzaron a saludarme y hacerme "la ola". Y no porque no limpie en mi casa; pero ¿quien no tiene un maraña de cables que jamás toca ni limpia por miedo a desenchufar  y no ser capaz de volver a conectar?. Pues ahí estaba yo, como en una misión imposible quitando y limpiando cable por cable. Creo que fueron unos doce en total. En mi cama de 1,50 no quedaba un centímetro sin ocupar por aparatos informáticos, cables, regletas,...

Me dispuse a quitar las baldas y la regleta de seis enchufes, perfectamente sujeta al mueble por tornillos. Y ¡cómo no, eran de estrella!, y yo con un destornillador plano más pequeño. Mi orgullo y amor propio estaban en juego. Puri ya me había dicho que me esperase al día siguiente para que Rafa me los quitase. Pero necesitaba hacerlo por mi misma. De rodillas; con medio cuerpo metido en el mueble, sin espacio para respirar y mover el destornillador, las gotas de sudor recorrían todo mi cuerpo. Los brazos me dolían, porque necesitaba aplicar una fuerza extrema para que el destornillador no saliese disparado en cada vuelta que daba. Pero después de unos veinte minutos todos los tornillos estaban fuera. ¡Lo había conseguido! Experimenté una satisfacción, mezclada con una gran dosis de liberación, que invadió todo mi ser. Al tiempo sentí que, mi ex marido, era expulsado de mi casa por completo. Y lo más importante, había sido capaz de hacerlo por mi misma.

El mueble no he podido acoplarlo en el cuarto de baño porque es muy ancho. Pero el uso que ahora haga de él lo decidiré yo.

Besos a tod@s.

No hay comentarios:

Publicar un comentario