lunes, 25 de febrero de 2013

No queremos fallar!

Como madre intento no fallar. Quiero educar bien a mi hijo. Deseo lo mejor para él, y me esfuerzo en hacerle feliz.

Cuando decides tener un hijo no te planteas los inconvenientes que ello supondrá. Camino y yo siempre discrepamos en el asunto. Para ella representa un acto de generosidad; para mí es egoísta. Satisfacemos una necesidad que nos surge en un momento de nuestras vidas; eso que entendemos por "instinto maternal", o seguir nuestro "reloj biológico".
Pero entonces, los hijos, llegan a nuestra vida sin manual de instrucciones; y nos enfrentamos a la responsabilidad más difícil y compleja de nuestra existencia. En el preciso instante que le tienes entre tus brazos, las dudas empiezan a surgir y ya nunca dejaran de plantearse.
¿Por qué llora; tiene hambre, gases, sueño? ¿Por qué no crece; no habla, no anda? ¿Por qué se hace pis por las noches? ¿Por qué no quiere ir al colegio? ¿Por qué no juega con otros niños? ¿Por qué me contesta de esa forma? ¿Por qué no hace sus deberes? ¿Qué le preocupa, porqué no me habla? ¿Por qué no confía en mí? ¿Quién ese amigo con el que sale? ¿Por qué no encuentra trabajo?

Ya, de adultos, nuestras dudas y temores continuarán. Y querremos que no sufran, que no se equivoquen, que no fracasen.

Trabajo no remunerado, a jornada completa, para el resto de nuestros días. ¿Satisfacciones y alegrías? Muchas. Pero, ¿qué ocurre cuando fracasan o se equivocan en algo? ¿Dónde acaba nuestra responsabilidad y comienza la suya? La línea es muy fina y frágil. Mi profeso de filosofía, en 3º de BUP, decía que la libertad de uno acaba donde empieza la del prójimo. ¿Ocurrirá lo mismo con nuestra labor como madres? ¿Irá terminando en el preciso momento en que, nuestros hijos, empiecen a ir adquiriendo sus propias responsabilidades?

¿Y, como sabemos que ese momento ha llegado? ¿Estamos preparadas para ir soltando ese nudo que nos unió a ellos en nuestro útero? La matrona corta el cordón umbilical. Sin embargo, queda establecido un nexo aún más difícil de romper. ¿Imposible? No tengo la respuesta. En mi ignorancia sobre el asunto, creo que debo darle las herramientas suficientes para enfrentarse a los problemas; que aprenda a tomar sus propias decisiones. Y, cuando se equivoque, estar ahí; para decirle "fallar era una posibilidad; pero ánimo, encontrarás otra solución".

Así me educaron mis padres. Sufren si sufro. Lloran si lloro. Me cogen de la mano si flaqueo. Pero aún está por día que me digan "ves, te lo dijimos, te has equivocado por no hacernos caso. Ahora no nos pidas ayuda"

Besos a tod@s

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